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21 Nov 2023

DARRERES LLUMS

 

Es retiren les darreres llums. Pront abasto ca teva sota l’enllumenat subtil de fanals que mitiguen la negror. Ho faig acompanyat del capvespre. Entretant aflueixen mots: paraules que amollen el pensament; aücs audibles entre les costures del silenci embastat amb fils de plata, torna a la terra el cos finit.

L’essència, presencia diferent, s’esmuny per l’arc de volta a contrallum infinita i es perd inabastable paral·lela a la reminiscencies lumíniques: lluentons incrustades a la foscor.

05 Nov 2023

LLUEVE

Llueve. Es una lluvia pausada. Intermitente. Saltimbanqui y curiosa. Hija de un cielo gris. Repica contra el alféizar de la ventana. Cada gota estalla en partes menudas. Salpica los cristales de los ventanales de átomos acuosos  tras el choque. De manera parecida sucede en charcas junto a olivos: concavidades expresas para retener   agua de lluvia. Allá son anillos concéntricos. Ondas que nacen de impredecibles centros y que viajan hasta cercanas orillas calizas. Pequeños tsunamis que raudos y ordenados se desplazan como   anillos de agua.

Siento la humedad abrazar la tarde; palpitar su corazón vívido; la pesadez de las moscas; caer la luz y desarrollarse el trueno hijo  de una luminiscente espada caída  del cielo. Por un instante todo es ruido. Todo quema. Arde. Me sobrecoge; aún más el refulgir.

Ahora, en este momento, todo viste de silencio, se apaga y se prende. 

La casa labriega teñida de blanco arde de humedad, humean sus paredes que palpitan con  esplendor.  Cobija. La encuentro al morar  en ella.

“Todo está mal. Pero yo estoy bien porque te amo y estamos juntos. Te escribo esta noche”.

“Insha Allah”(si Dios quiere), responde Ahmad.

(…)

“La mujer con la que tengo que casarme por videollamada está en Gaza”, explica Ahmad a sus amigos.

(Khulut, la mujer, está en Gaza,  sola y sin batería).

(Extracto de un texto de María Ferreira para un periódico. Hebrón. Cisjordania)

 

Se dan certezas que la vida se lleva por delante. “Te quiero siempre. Siempre”. No acostumbra a materializarse. Siempre, es una palabra exigente como lo es paz o guerra. [Luego de la ocurrencia seguro que bombardeos]. 

La guerra anula la capacidad humana porque la transforma. [Caen más bombas de artillería pesada]. Allí la lluvia es de metralla. Gaza está bajo un 

Deambulan las sombras con el alba mientras los últimos luceros de la noche se apagan. Un mutismo que se acerca a ser un matiz oscuro, revienta la madrugada y pone en evidencia los últimos estertores del sueño.

Unos ojos grandes y abiertos como platos  níveos  dejan entrar a través de sus pupilas una luz residual. 

El día camina a paso lento, inseguro, lleno de dudas y remordimientos que lo conducen hasta el último  cielo.

Duda cuando camina pero se me da que le hace más humano, pero un humano a lo mejor hasta inseguro porque vivir no cultiva nada de cierto.

Cambia. Todo muta. El día, la noche, absolutamente todo. Y consciente, al pensarlo, le sumerge en la inquietud más oscura del alma que solo clarea cuando comparte la luz que aún arde dentro de su esencia.

02 Oct 2023

TARDE BLANCA

Tarde blanca. Luminosidad saturada por poniente. Zarca y definida por naciente. Ahora la brisa cabalga a lomos del cielo. Alea y  se alza sobre el mundo. El tiempo se desvanece. Entretanto, las parsimoniosas agujas giran el carrusel  del tiempo. 

La mañana queda atrás. El crepúsculo vespertino por delante aún no alcanzado. Las sombras se tornan largas. Indiferentes alternan entre movimiento y quietud. El sol se viene abajo desde  su zenit para ocultarse sin pausa tras el confín. 

La parsimonia manda, los instantes menudean y la vida ronda. 

El ruido sordo del silencio y la sombra amiga entran en la casa labriega. Se alargan como alas de sombras del otoño. Todo es cambio. Incluso el sosiego se transforma para ser diferente. La luz, el tiempo y la penumbra.

 

Son un poco pasadas las cinco según el reloj de pulsera. No acostumbra a mentir. Acaso enmudece si no vigilo la carga. O sea, que se echa encima la tarde. 

Avanzado el mes de septiembre, afuera  permanece más apagado como resultado del azimut del sol, excepto el rumor entrecortado  de una brisa  imperceptible   cuando refuerza su aliento o algún que otro ladrido de esos que hace que se te lleve el diablo si se extienden en el tiempo. El  címbalo  todavía prende en llama y domina, aunque no es tan eminente la acometida. 

La primera puerta de la casa, la principal, acristalada, y de madera de pino pintada de esmeralda, permanece más que entreabierta para que ventile porque hace un calor inusual. La segunda, a modo de cancela y levemente distanciada de la de color esmeralda, de metal, blanca, y provista de lamas de igual color, con cierto  deje mallorquín, cerrada, permite  que se cuele la claridad y el aire  entre las lamas de metal del mismo color que la casa. 

“¿Quién es esa chica de Londres? ¿Es real?”. Al final del libro descubro que…

Hace muchos años que leo.  Quizá no tanto como quisiera porque mi lectura es lenta, y a veces llega a  derretirse como un ocioso helado en la mano. 

El dolor causado por el azote del tiempo sobre la espalda de la memoria, acostumbra a  velar el recuerdo. En mí caso, el que intento guardar de lo leído que se entremezcla con otros también humanos. Hablo de vida gastada, por supuesto. No todo son libros. 

Acaso ni hayas oído hablar de quién te escribe y en cambio, a lo mejor,  nos leemos mutuamente sin saberlo.  O yo a ti. Ni que sea por chamba. ¡Qué cosas tiene la vida si nos paramos a pensar! Aunque lo que acabo de manifestar (que no hayas oído hablar de quién te escribe) puede tratarse de una conjetura sin fundamento sólido, ya que podría darse el caso de que supieras de mí por lo que te hayan podido contar los demás. O al revés. Pero aún así, lo que he expuesto, genera mis dudas.  

26 Ago 2023

—EIX

Pareix que s’atura el rellotge. Entretant l’eixida de sol succeeix. Clarejan els  ulls  plens de nit. Abasten amb escreix   la grandària planetària de ma cambra. Llavors, esdevé un univers de mots alineats on fondeja cada paraula amb ancla  passatgera paradoxalment al blanc sostre. “ Renoi, Què petit que sóc!”

No puc albirar aquella victòria de corsec. 

Creix el dia, i s’amuntega hora rera hora per colapsar al seu fardell d’embolcall d’arpillera. S’escurça el temps. Muta. No sóc el mateix. I no era cert, més aviat minvava aquell desert fosc poblat de perles brillants com cossos celestes. 

El darrer estel del crepuscle matutí,  mandrós, queda eclipsat per la claror d’un temps ostatge: l’ara. Tanmateix  present com emunyedis  i regal alhora.  Vist i no vist  per fer-se costerut percebre-ho. El trenc d’alba ha sobreviscut res, amb celeritat ha esdevingut suspir,  gemec. Al llindar d’un estertor de mort abans respir de vida. Dic que és un passavolant. Un batec. Malgrat tot la claror empeny. I la calor d’igual manera. La lluna s’arronsa. I la foscor,  s’esvaeix. I es que si parem atenció  tot és de la mida d’un instant. No hi ha més. Moment, més que mai.

Me dispongo a tomar el tren en la estación de las palabras. La llamo así porque hay una reputada librería  cerca. Nuevamente el pedigrí  eleva el valor de lo que sea,  de los libros en este caso,  hasta las alturas del esnobismo. 

Agosta, y por lo tanto el clima,  y ahora mismo la sutil brisa veraniega,  es sofocante  en la calle relegando la dureza del firme de las calzadas; y en las aceras,   donde parecen estar clavadas las farolas y cavados los alcorques desde donde se yerguen los troncos de  arboles, sucede que se funden las suelas de goma del calzado, y se soporta  sobre los hombros, con rigurosa obligación, la canícula,  y lo que daba por insoportable: la pesadez de los rayos de sol de media tarde que acuden como moscas sobre la dermis.

Uno se transforma en nada ni nadie bajo su rigor y aparenta, a lo mejor, renacer cuando alcanza la indulgencia del cobijo gris de cualquier sombra, sobretodo  arbolada antes que edificada. Así que resuelvo que prefiero que 

06 Ago 2023

MUKTINATH

De nuevo, he seguido los pasos de los peregrinos hindúes y budistas que, desde la noche de los tiempos, remontan el valle del Marsyangdi a lo largo de la imponente barrera de los Annapurnas para cruzar el Thorong La (5.416 m) y luego descender al santuario de Muktinath en las inmensidades desérticas de Mustang. Cruzar un paso es siempre una experiencia espiritual intensa, que combina el desafío físico de perder el aliento con la promesa de un nuevo horizonte que se despliega ante nuestros ojos maravillados.

 

Muktinath es uno de los lugares más sagrados de Nepal, donde los hindúes acuden a venerar a Vishnu con la esperanza de ser liberados del samsara, el interminable ciclo de renacimientos que les ata al mundo. Antes de entrar en el pequeño templo, se purifican con agua de ciento ocho manantiales y se sumergen en dos piscinas heladas. La gloria del santuario fue cantada en el siglo VIII por Thirumangai Alvar, uno de los santos del país tamil, y en verano uno puede encontrarse con devotos que no han tenido miedo de recorrer los tres mil kilómetros que separan las abrasadoras llanuras del sur de la India de las vertiginosas cumbres del Himalaya.

Cerca del templo también hay monasterios tibetanos donde los budistas acuden a adorar a Avalokiteshvara, el Bodhisattva de la compasión infinita, con su mantra "Om mani padme hum" en los labios, describiendo con la imagen de la "joya en el corazón del loto" el despertar espiritual al que aspiran. En un intenso fervor religioso, el paisaje es impresionante. Al ritmo de los címbalos, las volutas de incienso vuelan en el viento, llevadas con gracia hacia la cara inmaculada del Dhaulagiri.

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Me gusta deslizarme entre la música; caricaturizar las sombras y reírme de ellas. Dejar el globo de mi imaginación remontar el cielo
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