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30 Dic 2021

30/12/2021 ÚLTIMA ESTACIÓN

Me levanto antes del alba. Me recojo unos minutos como de costumbre. Al acabar ya no me pertenecen. El breve instante  lo dedico como de costumbre. El lapso me resulta  algo así como un viejo conocido. Me pregunto si se trata de un viaje a alguna parte o si por el contrario permanezco quieto donde estoy. Me inclino por esto último. Otras esos minutos  los veo como un hábito, algo semejante a una sombra que me acompaña hace ya años. Algunas como un peregrinaje. Pero no deja de ser sorprendente que la veo como una sombra de colores, vivaracha. No vayas a pensar otra cosa. Un acto irremediablemente  íntimo en todo caso, sí. Es lo que llamo la intimidad de lo compartido.

Sus gentes madrugan para ofrecerme otra clase de meditación: su labor. Eso también es atención. Al salir de la casa labriega después de ese instante, todavía no ha dejado su ronda la nocturnidad, todo y que sorprende un cielo que clarea allá por el este. Las estrellas son todavía testimonios vivos. En consecuencia siento resucitar la vida en la tierra mientras intuyo que gira y gira bajo mis pies en un viaje cercano a lo inacabable.

Pero hoy se me hace que el clarear es diferente. Posiblemente porque se convertirá el último día del año, algo cercano en su metáfora a una última estación de tren. Entonces, en el cielo del pensamiento se ponen de manifiesto muchas cosas y un servidor suele hacer balance de lo bueno y malo.

Esa experiencia me suele ser útil para el próximo curso y, aunque retrasada, a punto siempre y cuando, eso sí, no me la deje en el tintero como a veces me sucede cuando se me repite una experiencia. Uno quiere ser perfecto y a veces se olvida de que solo es perfectamente humano. Y es que en esa humanidad reside todo, lo bueno y lo que no es tanto, porque siempre se da así. Porque cualquier circunstancia forma parte de un “todo”.

 Ahora se acaba de retirar la última penumbra y la incipiente luz comienza a colorear el exterior de la casa blanca. Entretanto, su interior amable me cobija para que escriba estas líneas. A mi vera hay algo que me tiende su mano para que le ponga punto y final. Sospecho  que se trata de una vieja conocida: una fecha. Pero irreductiblemente se estrenará otra, para los que han sido buenos y para los que no hemos sido tanto. Al fin y al cabo la vida que tiene que ver con  lo  humano se me hace, como he asegurado, imperfecta y diferente para cada cual. Eso sí, acercarme al confín de su perfección (si es que existe)  se me hace una cuestión solo mía.

Me digo una y otra vez: “se bueno”; y me respondo: “para aproximarme no hace falta ser el mejor”.

Y es que estoy seguro de que la bondad debe de tener que ver en todo caso con otro aspecto.

¡Feliz año nuevo!

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Me gusta deslizarme entre la música; caricaturizar las sombras y reírme de ellas. Dejar el globo de mi imaginación remontar el cielo
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