
... aunque casi todo rima; o quizá se dejaba ver más el silencio; o la negrura de la misma hora no era tan espesa como la que intuyo hoy, que lo es como consecuencia de la capa de nubes desafiantes. No me he parado a pensar sobre ello, quiero decir que si existen otras razones que puedan darle otro relato a la experiencia.
Justo ahora es el foco de un frontal de luz inmaculada, de esos que andan prestos por la casa por si acaso hay que combatir la negrura exterior o interior, la que lega un amanecer incipiente a la libreta abierta de notas de tapas verdes. También distingue la mano izquierda más arriba de estas líneas, en una parte acribillada ya a palabras, y la descubre en una postura como si pretendiera defender esa hoja abierta de la espada del viento.
En el centro de un silencio nítido aletea la mariposa de la vida sin hacer ruido. Como contraposición el tictac de un reloj de pared libera el tiempo de su jaula sin denuedo a la manera de un mantra; tictac, tictac...
Intuyo que dada la negrura de la escueta sala las manecillas dan vueltas y más vueltas a ciegas, pero que de igual modo cumplen con el encargo de girar y girar alrededor de una esfera igualmente oscura, de redundante estilo y estigmatizada con números que adivino arábigos. Y giran para liberar el tiempo y guiarme pausadamente más allá de los primeros compases de la aurora.