
Es necesario, al menos, el intento de ponerse en la piel del otro: es la única forma de que la civilización no se siga destruyéndose a sí misma mientras se construye.
En algún aspecto seguro que la mayoría llevamos razón. Pero si todos pensamos distinto y todos tenemos razón (la nuestra), hay una paradoja sin solución. O quizá si tenga: entender que las cosas se ven distinto según el color del cristal con que se observe como compuso Campoamor. Si tenemos en cuenta eso, cada uno seguirá teniendo sus razones, pero será más fácil llegar al entendimiento. Cuando priman las “razones de Estado” y los nacionalismos, todos nos volvemos sordos y en el peor de los casos surge el conflicto. Del tipo que sea. Entonces podríamos asegurar que nadie lleva razón, aunque sin lugar a dudas alguna pesa más que otra. Incluso que algunas se dan sin opresión mientras otras las reprimen.
Daniel Goleman asegura que “la inteligencia interpersonal consiste en la capacidad de comprender a los demás: cuales son las cosas que más les motivan, cómo trabajan y la mejor forma de cooperar con ellos.” Entonces la inteligencia emocional no es el triunfo de la corazón sobre la cabeza, es la intersección de ambas.
En mi opinión creo que cubrimos los sueldos de los políticos para que se entiendan y no para que creen cismas que estos ya suelen venir solos. Esa es su responsabilidad y quehacer en aras de lograr una sociedad equilibrada y mejor. En consecuencia hay que tender puentes de entendimiento, puesto que política es acción humana de relación social y solo eso.
Quiza Campoamor no cae en el subjetivismo y en relativismo en su conocido verso, sino más bien en un desencanto del mundo. Opina que el mundo en sí, la realidad, no es confiable, es sujeto de desconfianza debido a que cambia, se transforma, un dia nos muestra un rostro y otro día otro. Pero quizá, en mi opinión, se le pasó por alto que la vida es precisamente eso: todo es cambio.
Nada viene para quedarse, y aunque el cambio es algo real y natural somos reticentes porque el cambio suele conllevar perdida y la perdida dolor; siendo la muerte el cambio más difícil al que no enfrentamos.
El budismo sostiene que todo lo que existe, dentro y fuera de nosotros, es dinámico. Todas las realidades nacen, viven, mueren, renacen transformadas, solo para iniciar un nuevo ciclo. En consecuencia lo que éramos ayer no es igual a lo que somos hoy. Ni siquiera nos serán útiles las mismas soluciones para la resolución de un mismo problema. Todo se vuelve más complejo cuando se está pendiente del equilibrio.
¡Feliz día!