
El Cinturón de Orión me queda al alcance de la mano y la Osa Mayor justo en la vertical de la casa, encima de mi. Me aseguro que fantaseo de nuevo al describir la cercanía.
Observador descubro por casualidad que se trata del mismo cielo que me fascinaba cada verano que visitaba Mallorca ya hace muchos años. Por consiguiente me digo que el cielo es igual en todas partes, solo lo hace distinto el color del pensamiento. Reconozco que me ha llevado tiempo descubrir ese detalle.
Con todo, la verdad es que hace una noche pausada que transita con la consciencia marchita de un sonámbulo. No existe ni una pizca de brisa y eso que estoy en una tierra generosa en vientos.
El alba todavía tiene la cabeza sobre la almohada. Ahora es en exclusiva el titilar de los astros que destacan con facilidad sobre el cielo negro lo que me fascina.