El crepúsculo trascurre quieto, en perfecta comunión con las aguas serenas de un lago.
En este lugar se me antoja que cada amanecer surge distinto. Los colores, los ruidos, las nubes, la luz, la vida y hasta los pensamientos; todo comparece singular y al mismo tiempo.
Hoy el invierno nos obsequiará con su solsticio a las 22:47. En consecuencia comenzará a prolongarse las horas de sol, la luz que tanto necesitamos en esta edad de hierro, en este kaliyuga (tb. conocido por kali-iuga) como denominan los hindúes y que comúnmente se lo conoce como “era de riña e hipocresía”. De su mano y a su fin, nos traerá el equinoccio vernal, que no deja de ser cuando el Sol se situa en plano de ecuador terrestre para traernos la primavera en el hemisferio norte y más luz. Un momento que en muchas culturas es de celebración, sacrificio y migración. Pero primero dejemos llegar a la navidad, la paz y el amor.
La vida es una rueda que gira; las estaciones son el inicio y final de los segmentos circulares que imaginariamente la engendran. Y como he escuchado de una voz amiga: “las estrellas no son fugaces, en todo caso lo somos los humanos de paso por la vida.”
Luego entonces expresaros mis mejores para estas Fiestas y Año Nuevo, no sea cosa que se me pase como las uvas un día.