Me sentía atrapado y, aunque menos, todavía me siento. Pero entraña ciertamente dificultad evadirse de un mundo esférico al que damos vueltas y más vueltas, puesto que nos devuelve con seguridad al punto de partida si conseguimos circunvalarlo por completo.
Por formación o deformación (eso aún no lo sé), no me siento cómodo con la fábula de que todo emana de la inspiración pura, menos aún con los dogmas. Ni tampoco que sea condición suficiente tener una visión deformada del mundo para crear cualquier cosa, hacer tal otra, o tragar lo que sea. El virtuosismo, el genio, la humanidad, ser empático …todo eso existe, se da, sin lugar a dudas, pero debe apoyarse de manera ineludible en una trayectoria construida a diario con pasión, vocación y sobre todo, entrega para aligerar la carga que soportan otros menos favorecidos.
¿Cómo entonces separar lo esencial de lo accesorio si no se está convencido de la orientación de la propia búsqueda cuando se reflexiona? Difícil tarea. Nadie es Dios, aun cuando alguien nos diga que ha tomado prestado de Él su genio. Sí lo considero de otra manera llego a la conclusión de que también podría ser Él (de existir) quien tome prestado nuestro (genio) en ocasiones. Quizá los que son creyentes no estén de acuerdo con lo que acabo de escribir quizá como metáfora. Pero con lo siguiente posiblemente estaremos más cerca:
Sabemos vivir, pero hemos olvidado qué dimensión tiene convivir al estar más ocupados en sobrevivir en un mundo mercantilizado y salvaje. Me refiero a que hemos atenuado el estigma que dotaba de humanidad y sentido a una sociedad donde los individuos deberían, en teoría, cooperar para satisfacer un bien superior al individual: el común. No como lo que a diario leo y veo: transformar gran parte de los asuntos de la sociedad en una batalla por la supremacía cuántica.
Así pues, ya viene siendo hora de recuperar el núcleo de lo cotidiano y de la armonía que entraña la convivencia más inteligible que la física de partículas aunque quizá más compleja de poner en práctica.
A Él, como virtuoso, para quienes tengan fe, así como quienes aseguran representar o inspirarse en Él : los iluminados en general. Y los que ostentan en sus manos la autoridad, les corresponde principalmente evitar malentendidos y que sus ideales prevalezcan por encima de “otros” aplastándolos, por tratarse a sus ojos de una minoría (?) que incomoda por el mero hecho de tener convicciones diferentes. Deben pasar, esos, de ser lideres carismáticos a líderes ejemplares y empáticos, los mejores para el conjunto de la sociedad. Marcadamente humanistas y con fuerte disciplina, compromiso y esfuerzo. Esto debería facilitar el gobierno de cualquier estado o nación.
Por otro lado la serenidad igualmente es imprescindible para ejercer el pensamiento crítico que no es lo mismo que criticar, y requiere una actitud abierta que cuestione lo que nos viene dado, que nos estimule con preguntas y suscite curiosidad. Y lo más importante, que permita compartir con los demás los razonamientos con el objetivo de llegar a una idea mejor en lugar de imponerla. Pero el odio y la ira son las pasiones que más activan la curiosidad del publico al existir poco pensamiento crítico.
Es sabido por Einstein de que nada es absolutamente cierto, por lo que el conocimiento igualmente está sujeto a cambios. Inequivocamente todo, todo, todo.
Entonces me indago doblemente: ¿Por qué se prefiere la uniformidad en el pensamiento? ¿Por qué diantres se pretende eliminar el pensamiento crítico? ¿Por qué se niega el cambio? Simple: mortifica a quien ostenta una autoridad señaladamente carismática solo. Porque en mi opinión quien mueve los hilos prefiere fe ciega e indiferencia a entelequia, más aún cuando necesite emplear mano dura para ejercer, desafiando y manipulando hasta a sus afines para quienes gobierna.
Aunque, bajo mi modesto punto de vista, pensar diferente no significa atentar contra otras maneras en ningún caso. Representa, seguramente, un color más del arcoíris del raciocinio cotidiano. La ponzoña, en apariencia atenuada, como he mencionado anteriormente, se encuentra en lo que hay bajo el pensamiento porque no se ve. Pero acaba aflorando si lo hay; y crea estigma enseguida.
Atentar contra otras perspectivas reprimiéndolas por considerar la propia como un dogma, es privar de su libertad a otros a mi parecer; aunque el contrario puede decir igualmente que: hay quien atenta en aras de defender los ideales que pretenden arrebatarle, y que no son (dogma).
Y es que cuando uno ejerce desde la libertad está siendo, de manera inequívoca, causante de sus actos. Por eso hay quien no actúa, porque así evita la carga del compromiso; pero se inhibe, en cierto modo, del deber, responsabilidad, y de lo más importante: de la facultad inherente que tiene el ser humano de socorrer al agraviado. Como lo es, en mayor medida si cabe, todo el que la condiciona.