edad que augura sensatez. Aun así, torpe quizás, pone en duda que no haya nada más en esta vida ni después.
Mi juventud voló. Se gestó y se gastó mientras rastreaba lo figurado sin llegar siquiera al linde de la quimera. Tal vez por ser abismo aquel estado de convicción. Reconocer que el mito todavía vuelve.
Consecuencia de un carácter resultan las preferencias.
Aceptar, afable lector, que todo muta excepto la esencia de cada cual. Hablo de lo que nos distingue aun siendo iguales. Me refiero a cómo somos, sentimos, relacionamos,… En definitiva, de qué manera vivimos y nos vamos. Rasgos que pueden incluirnos con los afines y excluirnos de los distantes. Y no es que sea imposible el cambio, si acaso complejo modificar la mirada.
Procede la mañana con chispa, a la manera de un prestidigitador que cambia la gama de grises. Entretanto lo observo sin adivinar cómo. Es ocasión que se consagra mágica. Empero, el recuerdo y el vaticinio quedan relegados, bien por haber sucedido o no llegar a ocurrir jamás. El instante presente resulta, aunque fugaz, otra cosa.
Elucubro en gris al igual que la tonalidad del día, con el imaginario arcoíris de un adolescente y con una diáspora de horas persiguiéndome. Y me trae de vuelta aquella quietud silente de finales de septiembre en la que fue la casa familiar de veraneo de Cabrils. Allí cortejé por primera vez con la nostalgia. Intuyo que causada por el irrumpir del sosiego post vacacional hacia finales de septiembre. No acierto a calificarla, pero no se trataba de una circunstancia execrable de ninguna manera, contemplativa mejor.
Sin embargo, el silencio y el retiro adolecen de muchos detalles desde el principio, pero a medida que los socavas y les abres una brecha desgranan, apresurados y lentos, vivencias que moldean dando dirección a la existencia mientras se avanza.
Muda el tiempo. Recuerdo sus momentos, sus movimientos, los ratos de experiencias a su lado, las horas prestadas y pasadas en su compañía sin conocerle, pero con la complicidad compartida de asombro por el mundo, incluso ahora en el momento presente.
Lo que me ha llegado a soportar (el tiempo).