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Elementos filtrados por fecha: Agosto 2022

13 d’agost de 2022.- Una creença popular assegura que el número tretze porta malastrugança. Hom no ho creu pas perquè la superstició acostuma a estar garantida, quasi sempre, amb tal de donar relat a qualsevol ocurrència que pot ratllar l’absurditat per a molts i, per a d’altres, l’explicació de qualsevol incoherència.

Fa tanta calor, una calor ben estranya, augmentada per un vent encès, que surto a caminar pels voltants del Maset Blanc només amb la imaginació.

El cap està ple a vessar de paraules. Mots forasters i rodamons; els sentits dispersos, a l’atzar. La frase que dona certa substancialitat al que no ho era en absolut.

Veig davant meu, de vegades al costat, n’hi ha d’altres que al darrera, vagi allà on vagi, una mica més allargada o més curta, una ombra.

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LA ESTUPIDEZ HUMANA

Carlo M. Cipolla,  renombrado historiador económico italiano (Pavia, 1922-2000), del cual me serví hace  años, de estudiante, de uno de sus libros titulado: Historia Económica de la Población Mundial,  desarrolla su particular visión sobre la gente estúpida en su conocida Teoría de la Estupidez, expresada por primera vez en su ingenioso y breve ensayo  de 1988 titulado Allegro ma non troppo que ronda, en mi opinión, lo satírico.

En el escrito, Cipolla, describe, desde su punto de vista, a la  gente estúpida. La llega a calificar como un grupo más poderoso que grandes organizaciones como la Mafia, el MIC (Complejo Militar Industrial), o la internacional Comunista.

Pero voy al tajo: Cipolla considera que existen cuatro tipo de personajes: los incautos, los inteligentes, los malvados y los estúpidos, siendo el estúpido, al menos para él, el más peligroso de todos ellos.

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LA MORADA BLANCA

Aquí, en la morada blanca, me guardo. En este lugar edificado sobre pedruscos escribo, observo, reflexiono, comparto, me alimento, apago mi sed, vivo y muero. Tolero, soporto, amo, me alegro y a veces me lamento. Aquí comprendo esos sonidos del viento, aquellos que el otoño y el invierno acallan el sosiego por medio de un singular bullicio. Y me siento a charlar silente con la sombra que  me ronda.

Aquí, es este apartado lugar, durante casi cada latido del crepúsculo, distingo las luz dorada  del cielo como llueve hiriente con esa pachorra que contagia; llueve radiante hasta convertirse en un halo mágico y claro que se entretiene  acariciando las copas de olivos y almendros antes de impregnar de luminosidad la tierra calcárea y sedienta.

Entretanto, el viento peina el follaje de los árboles a la vez que el alma.

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Me gusta deslizarme entre la música; caricaturizar las sombras y reírme de ellas. Dejar el globo de mi imaginación remontar el cielo
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