El mar: paño de altar teñido de magia azul, blanco y plata. Un bioma acuoso y ondulado que se extiende hasta donde se dobla el horizonte. En los confines de su cara oculta, se deslizan las aguas para alcanzar en tropel un lugar sobrio e infinito que abre la puerta al alma. Pero en lo bajo y lo alto del arco, mar y cielo se esfuerzan en aparentar, inmutables y fundidos en una caricia los dos, pertenecer a una mismo perfil, una sutil línea de altura lejana y remota que no se fragmenta. Es luz propia de un destello de fulgor abisal, certero, que se expresa mediante su refulgir bajo el manto celeste que cobija siempre la Estrella de los Mares.
Puede que el color de la verdad se corresponda con la visión profunda y el desapego, la intuición y la meditación; la inconstancia y el olvido; incluso con el cambio. Pero no cesará de ser azul. En ocasiones tan oscuro como la noche; otras, claro, celeste, casi Clara luz.
Este momento zarco y espléndido se asemeja a un corazón oculto que renace ligero como una pluma. Plenitud desde aquí y ahora, inalcanzable aunque latente y llena de esperanza. Es la nostalgia en este momento y luego índigo del mar y del cielo a veces. Quizás ambos orígenes divinos y leyendas. Y tal vez por esa razón, al colmar la retina de azul, nos sabemos como en casa.
Em pregunto si Sant Francesc de Sales, Patró dels escriptors i periodistes catòlics, elogiat pel Papa Pío XI com: predicador, polemista, misioner, bisbe, escriptor, doctor, director espiritual, fundador del Monestir de la Visitació…, breument: un dels sants més brillants per la seva exemplaritat…s’avindria a llegir-me almenys el dia de Sant Jordi tant celebrat a Catalunya on els llibres, els lectors, els llibreters, les roses, i els escriptors fan seus els carrers? He escrit “llegir-me” per dubtar només de un servidor de vostè i no despertar susceptibilitats o causar greuges involuntaris a col.legues, que ja arriben per si soles aquestes o aquests. Tot i que pensant-ho bé, el Papa Pau (Pablo) VI tinc entès va reconèixer a Santa Teresa de Jesús com a Doctora de la Església que endemés va guanyar-se el títol de Patrona dels escriptors espanyols entre d’altres […con oportuno recuerdo los escritores españoles han manifestado el deseo de acogerse a su patrocinio (…) para aquellos en que recae la mayor responsabilidad de los libros y las revistas tengan a quien volver los ojos en tan importante tarea y encuentren refugio donde ampararse, Nos accedemos gustosamente a este ruego.]
Tanmateix, pel que fa a Sant Jordi, Patró de Catalunya, no crec tingués obstacle (en llegir-me) perquè ja va ser martiritzat i decapitat per no complir les ordres de l'emperador Dioclecià per perseguir als cristians. Per tant ja sap de que va la cosa.
Bromes que no son pas bromes a part, i tenint present a Sant Jordi aquesta
Mi padre tenía la costumbre de enviarme por los diferentes senderos de la vida para que aprendiera los colores de lo que tuviera entidad y encontrara el camino.
Recuerdo un día que salí para uno de esos paseos. Llevaba una mochila ligera a la espalda con algo de ropa de abrigo y comida suficiente para la salida.
Iba por un camino calizo entre márgenes de piedra seca, disimulados por la vegetación y por el paso del tiempo que ensayaba con echarlos a perder. El camino carece de hierba, excepto en las orillas y el centro. Ese tramo está ribeteado por pinos, arbustos mediterráneos, y en la espesura, escondidos y ahogados por la maleza, se distinguen abundantes olivos descuidados. Es un paisaje misterioso, cargado de luces y sombras que que alcanzan su esplendor con el solsticio de invierno.
En este paraje, y junto al camino, reconozco harapos, utensilios de cocina rotos de barro cocido, en consecuencia inservibles, conviviendo con botes de vidrio, cajas de plástico, y objetos como botellas, carcasas de televisión, latas de bebidas, de pintura, algún refrigerador…Una prueba de contaminación más. Las primeras veces no reparaba en ello, todo era nuevo, tenia suficiente con memorizar la vuelta, pero a fuerza de pasar ponía de relieve ese caos disimulado por la naturaleza. Así es como se hace evidente el menosprecio humano por el medio natural, que después será suavizado por la misma víctima.