

He trepitjat prou fora del meu espai de confort per adonar-me que, sí, el món cau a trossos, però no de la manera que temem, almenys que temo. Jo trio, malgrat tot, restar dempeus el que em quedi, tot i que no és una tasca fàcil per qui subscriu aquesta entrada o post, pels qui s’inclinin pels mots anglosaxons. Malgrat tot sóc de la opinió que de vegades un té que esperar molts anys per percebre les transformacions personals i socials. El dol, l’aprenentatge, tenen un rellotge propi. El seu ritme.
Justo ahora, cuando se desvanece la negrura y cobra vida el amanecer, aseguro que este se desenvuelve más perezoso y fresco. Intuyo que como consecuencia de los albores del final del verano.
Cuando clarea, aún está todo extrañamente quieto y húmedo hoy. Cuento nada más que con la suficiencia de una luz mortecina, un no despreciable rocío, y la música tenue de la naturaleza que se inscribe en el exterior como una comparsa. En este clima, conforme paso las páginas del cuaderno y a la vez diario, en donde transcribo ocurrencias, memorias, hago simples anotaciones, o apunto estados de ánimo, libran un ruido áspero, casi imperceptible, sutil, como si estuvieran pegadas por el desliz...
Todo tiene fecha de caducidad. Nada es para siempre. Este, en mi opinión, es un concepto difícil de aceptar en general, y en particular para una mente occidental, entre otras cosas porque nuestro pensamiento difiere del oriental (lineal vs circular). Así que no sé por qué diantres suelo dar por seguro o mejor, acepto que todo es para siempre. Y no. Pero aprendo el concepto conforme la vida me sucede o sea, me dejo la piel en ella…Hasta llegado el día que percibo que verdaderamente todo muta porque experimento transformaciones: mueren seres queridos; cambio de lugar de residencia; nacen nuevas amistades, se van otras; se modifica nuestra consciencia... La palabra no hace más que expresar la idea budista de que la existencia está sujeta al cambio.
La transitoriedad es el tema central de muchas religiones, aunque a menudo está asociada con el...
El aire es cálido y aún oscuro en esta hora tan concreta del crepúsculo; un mirlo gorjea, todo parece vivir en una profunda calma.
Clarea con esa pausa que hace distinto el singular grito esperanzador de un día que nace de lo oscuro para tornarse azul por momentos.
Alrededor del disco rojo, que después de emerger del mar parece ascender hasta el...
Preferiría como título de esta entrada: “Cómo liberarse del miedo cuando nos amedrentan”, quizá hubiera estado más acertado.
Jiddu Krishnamurti aseguró que el miedo puede ser comprendido, no vencido. Son, en su opinión, dos procesos diferentes; y el proceso de vencer conduce a más confusión. Si en lugar de ello lo podemos comprender, explorar, no volverá de manera alguna.
Solo se está libre del miedo cuando la mente es capaz de considerar un hecho sin interpretarlo,...
Manifiestos acordes de piano se evaden por los pasillos de la capilla del tanatorio de Sant Gervasi para dejarse atrapar por el sentimiento de familiares y amigos de Conxita sentados en los bancos y atentos a la ceremonia.
Por uno de los lados del oratorio la vista puede volar sobre la ciudad de Barcelona con el único obstáculo de una cristalera de por medio. Enfrente ya es otra cosa, la mirada topa con el altar y el féretro.
A estas horas el volumen de la capilla se nutre de buena luz, de vida, de muerte, de fe, de...
La personalidad se asemeja a una orquesta. Es obvio que las orquestas están formadas de un número determinado de músicos dependiendo este de si es sinfónica, de cámara, de cuerda u otro tipo. Sus instrumentistas, sobre todo al principio del ensayo de la obra, no cesan en ir cada uno por su lado haciendo naufragar la unidad que componen reunidos. El trabajo de director es arduo. Sólo después de repetidos ensayos llegan a asumir una identidad casi monolítica, impecable, es cuando decimos que “suena” bien. En las personas ocurre lo mismo.
Puede ocurrir que uno de los miembros que componen la orquesta no entre a tiempo. Otras, que salga antes. Hay ocasiones que son varios los que desafinan, languidecen, sus sonidos se hacen débiles o más fuertes de lo que está establecido; el ritmo baja o se acelera, los tiempos...
A esta hora no echo en falta nada, sé que no es mucho, pero eso es todo lo que necesito y poseo cuando se da justo este ahora.
Entretanto dejo este testimonio escrito me llega, amortiguado por la atmósfera de la distancia, el murmullo originado por el desasosiego del mar, y es entonces cuando cierro los ojos para despertar en un acto de concordia, o mejor, de asentimiento, para que se cuele hasta la misma esencia del alma el vaivén de la vida. En ocasiones, es el viento el que me trae ese ruido de olas de frenético a la vez que elástico movimiento que invade el silencio sin contemplación. Entonces, bajo ese fragor sordo en ocasiones, otras desde el silencio ciego, vislumbro un hilo...
Es una hora incierta de la mañana, en consecuencia no espero más certezas, salvo la de los libros y rosas de este día.
El sol explota justo en el jardín de la casa solariega asignando un arcoíris de colores a cualquier rincón. Quiero tragar que cada tono es un recuerdo, en consecuencia esa luz también puede tratarse de ti. Así que tranquilos, porque inundáis mi esencia.
Es un día clemente durante el cual, y de momento, el dragón no bate las alas ni echa fuego por...
Hace unos pocos días leí que el gasto militar diario en el mundo asciende a 5000 millones de €, dinero suficiente para ayudar a 34 millones de personas en riesgo de morir de hambre. Es un mensaje lanzado por 200 ONG donde piden aumentar los recursos de manera urgente para paliar la situación, basado en un informe del año 2019 del Instituto para la Paz de Estocolmo.
Nos encontramos ante un fracaso político extraordinario. Los países más ricos recortan la ayuda alimentaria mientras millones de personas pasan hambre. Poner acento en que no se trata de un problema de falta de recursos, mejor de igualdad.
En ocasiones se da que la pesadilla es la propia existencia, la cruda realidad de vivir en un entorno donde la solidaridad se queda en solo eso, una palabra.
Soledad además de ser un nombre de «pila» es, también, un sentimiento derivado de la carencia voluntaria o involuntaria de compañía; lugar desierto; incluso pesar o melancolía que se sienten como resultado de la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo. Pero la estupidez insiste siempre (en este caso la mía) en ir más allá espoleada quizá por la curiosidad o qué sé yo.
Diré que el vocablo (soledad) me convence con una suavidad persistente, una y otra vez,
No deja de ser curioso que un país, como por ejemplo España, con la movilidad interior bloqueada no ponga impedimentos a la llegada de turismo internacional salvo una PCR negativa. Así que un alemán puede desplazarse a Mallorca, pero un barcelonés no puede, a no ser por razones suficientemente justificadas y, también, además, aportando una PCR negativa. Todo, a mi juicio, un disparate.
La incoherencia es tan manifiesta que ha llamado la atención de las instancias de la UE y, por supuesto, de la opinión pública. La Comisión Europea advirtió hace unos días que los riesgos asociados al coronavirus son similares “ya sean los viajes domésticos o transfronterizos”. Como acostumbra a suceder con las autoridades españolas, tras aportar diferentes versiones, no han dado una explicación convincente. Yo digo que ni falta que hace, no la hay.
Es un día cargado de grises, como de costumbre noticias sobre marrullerías y virus se encargan de ello. Suerte que nos convencen de que hemos nacido con fuerza suficiente para transformar casi todo. A veces me lo trago, otras soy escéptico.
Quería escribir simplemente esto, que siento surgir palabras mientras deslizo el lápiz que no poseía antes.
Hay en escribir algo abstracto. No hay nada en la cuartilla (en blanco) y de repente juntas letras y la colmas de vocablos; poco a poco completas frases que tienen el propósito de revelar algo. Sé que hay veces que ese ánimo se puede quedar corto.
Se deja caer un día gris, de esos que el cielo y el mar se amalgaman; o hasta incluso hilvanar con puntadas de aguja enhebrada con hilo de plomo.
Lo alivia el temperamento de las olas con sed de morir lentas, una tras otra, en la concavidad trazada en los adentros de la bahía.
Hoy son lamentos minúsculos, casi imperceptibles los que acuden a la cita.
De súbito, durante mi andar, una bandada de moritos comunes resalta, con una...