

Saber venderse echando mano del autobombo en las redes sociales se ha convertido en un modelo para muchos. En la condición sin la cual no subsistirán en ellas.
Ese autobombo también se ha transformado casi en un requisito en cualquier profesión para poder prosperar, incluso en aquellas que hasta no hace tanto se beneficiaban de lo contrario, de mantener discreción o perfil bajo como se dice ahora. Es el caso de los escritores quienes en su mayoría, y sobre todo en los noveles, concluyen que tener unas redes sociales amplias en su base (followers) es casi una obligación si se pretende llegar a ser alguien en el...
Es un domingo cualquiera por la tarde. Se me hace semejante a otros del almanaque por la labor del viento, excepto por la flor dulce del almendro. Incluso puede ser que su nombre me resulte más incómodo que otros de la semana por estar cimentado sobre lo que está por lidiar.
Pero en este rincón del calendario, justo cuando el tiempo del primer mes del año se agota para cambiar de nombre, la luz, aunque todavía taciturna, ya se arregla y alarga mientras espolea el ánimo para que suceda raudo. En estas adivino que el silencio quiere envolver la tarde con sus alas. Y es que apenas brota una música ciega que percibe el alma. Entonces me pongo de espaladas a las horas, someto el rostro al viento, al rumor de la casa y a la incertidumbre, lo único cierto que aguarda.
[Se daba aquel invierno en un lugar remoto, desconocido para él.]
Por lo que confiesan algunos anales que dan relato a la zona, la alquería parecía brotar sin remedio en la planicie próspera. Plantaciones de olivos se avenían a disimularla. Pese al esfuerzo del boscaje su contorno resultaba denso por la fuerza de la blancura de sus muros encalados que la llevaban a destacar entre los árboles. Por tanto era como si brillara a la vista de cualquiera en medio de la plantada de olivos.
Dotada de gruesas paredes blancas, sobrias y revenidas, que mostraban sin pudor alguna que otra mancha de humedad y trazas de regueros verticales escritos por la lluvia, provista de cubierta a un ...
Mientras residí en la ciudad de Barcelona desde otoño de 2019, a principios de verano del año 2020, conocí a una mujer que decía llamarse Sombra. Deduje que era de familia acaudalada venida a menos por una serie de motivos que ahora no vienen al caso.
Coincidimos por primera vez en una pequeña librería de estilo vintage de la calle Verdi del barrio de Gracia donde, por casualidad, ambos andábamos buscando el mismo libro. Azar o no, es solo la casualidad la que explica la sincronía.
A partir de entonces nos vimos más veces hasta llegar a ser algo así como inseparables siempre ...
Metamorfosis: En biología transformación importante que experimentan ciertos animales durante su desarrollo, y que se manifiesta en la variación de forma del cuerpo, de las funciones y del modo de vida.
Una de la metamorfosis más conocida de la naturaleza por compleja y completa es la de la mariposa, que evita al insecto en diferentes etapas de la vida —huevo, oruga, crisálida y adulto— competir por la comida.
Existe un estudio de Ten Brink y Andrè, M. de Roos Ulf Dieckmann que reconoce que ...
Flores silvestres por doquier, señoras alegres y del viento. Cortejo sin pausa. Alegre. Rondas ocultas. Pasos alados. Pies desnudos.
Contornea mi pensamiento. Se eleva la palabra hasta el canto de un ave. Marcas el sueño. Y la flor que al lado del camino se estremece. Porque ya no soy solo algo, sino simplemente humano.
Sus colores son puros como lo son las lágrimas de mis ojos y el color de los tuyos que me seco en cada instante. Así humedezco con celo y con esmero algo de su esencia y de ...
Anoto. No tengo la seguridad desde donde, acaso de mí sentimiento. Tal es el silencio y la corrección de la casa que me desconcierta. Bueno, sí que lo sé. Quizá se debe a que no me lo quiera creer. La ocasión se da desde la misma penumbra del porche. Soy cierto.
Sucede que la mañana se deja tranquila; casi desierta, si no fuera por el séquito de unas nubes bajas que cubren un cielo engalanado de festivo por la Mercè. Tú, Sombra, reinas en silencio sobre el suelo. Casi te marchas como consecuencia de la escasez de ...
¿Somos tan modernos? Me genera cierta duda la pregunta, pero puede ser. No lo descarto. Incluso me atrevo a afirmar que sí. ¿Por qué? Pues porque voy andando de manera cívica y emitiendo cero emisiones que puedan afectar a la tan perjudicada capa de ozono y a la calidad del aire de la «ville de Barcelona» como un sufrido peatón más y, se me cruzan, por delante y por detrás; me rebasan, por izquierda y de derecha; y apremian, conductores de toda suerte de juguetes (así lo describe la RAE), otrora de niños y ahora de adultos, actualizados con todo tipo de nuevas tecnologías y construidos con materiales exóticos para convertirlos en suficientemente ligeros para justificar el precio que se paga por ellos y la movilidad por la ciudad en este caso.
Pero bien es conocido que las personas «mayores» tenemos un poco de niños aunque no juguemos como estos y tampoco nos distraigamos de la misma manera ni con las mismas cosas,
He venido dispuesto a no escuchar nada, si acaso el rumor del silencio. Y mientras el sol alza en su meridiano la melodía brillante, un baño de luz se extiende a la manera que lo hace un mantra sobre el olivar vecino y la tierra calcárea.
Una bandada de aves aletea el cielo. Viene hacia mí ese ruido sordo construido a golpe de pluma, pico y ala. Invade ahora mismo los puntos cardinales del sosiego.
Hoy es domingo (es miércoles, da lo mismo, es lo que tiene escribir sobre notas, sobre apuntes para después coser), una suerte de puerta que cierra las tapas de una semana gastada que se amontona sobre otras ya desterradas porque sucedieron; y que me abrirán, una a una, quizá, con generosidad, las páginas del porvenir bautizadas con nombres de “día” tan insistentes como exhaustos. A lo mejor más próximos para mi imaginario por no haber llegado, porque transparentan en todo caso la esperanza casi ...
(Me llego a las arenas del St. Pauli. Es fácil distinguirlo, ondea alta una bandera pirata. Más allá el mar azul y en calma.)
Sankt Pauli aparte de ser también un equipo de futbol, es el barrio más famoso de Hamburgo, y uno de los más celebres de Alemania, y dicen que uno de los míticos del planeta. Pero la estupenda mala fama ya no lo define. Y también su nombre obedece a un chiringuito de playa de la costa dorada.
Pero el mito está ahí: sobre todo barrio portuario de farolillo rojo, ahora ocupado por tipos jóvenes y emprendedores en busca de suelo barato para establecerse.
ST. Pauli también es futbol. Quizá más que eso: una manera de entender la vida. Su (sic)
Hay seres que lo presienten: vivimos en un tiempo convulso, de cambios impredecibles, casi de diluvio universal o mejor, de plagas.
En mi opinión hay síntomas que lo evidencian: la crisis energética, la económica, la social, la sanitaria, la de valores, la de referentes, las guerras de todo tipo (armadas, comerciales, técnicas…) y el desempleo imparable y creciente como consecuencia y resultado de toda esta amalgama.
La democracia, las elecciones, el voto, se convierten en un arma terrible aparentemente en manos del «pueblo» llano y débil de siempre pero no es así. Los (sic)
Hay una hora de después de mediodía que ciega hasta incluso las palabras, por consiguiente no solo hiere la vista. La luz es tan fuerte que no invita a escribir, o mejor: espanta el quehacer cuando queda reflejada sobre una cuartilla en blanco. Sin embargo pronto por la mañana, cuando los rayos de sol resultan todavía tímidos, o durante el atardecer que ofician de igual manera, lo prefiero ya que me siento más libre y por lo tanto sin la necesidad de recluirme en el interior de la casa o bajo la
Mientras residía en la ciudad de Barcelona durante el otoño, invierno y primavera del año 20’ conocí a una mujer llamada Sombra. Procedía de una acomodada familia venida a menos por una serie de motivos que ahora no vienen al caso.
Coincidimos por primera vez en una pequeña librería de estilo vintage de la calle Verdi del barrio de Gracia donde, por casualidad, ambos andábamos buscando el mismo libro. Azar o no, fue eso el caso que explica la sincronía.
A partir de entonces nos vimos una y otra vez. Hasta llegar a ser algo así como inseparables. Lo...
Y me estrecha a pocos tu noche clara / Hasta me envuelve loco a ratos / con el coraje de tus ojos sombríos, /el sinfín de tus dedos. / ¿Maltraer tu causa? / El bonito cielo se mustia al clavarte un clavel de la mirada / A base de pétalos certeros, / de contornos tan sensibles, / como aguzados. / Que adulan / y hieren. / Y que se gastan solo con mirarte. / De tanto pincharte el alma. / Y de seguirte bajo el brillo de un címbalo insomne / hasta la muralla del lamento. /O ves a saber adónde / Escena opaca, nocturna, / incluso andarina que transpira con la prisa del tiempo. / Que me marca. / Tu mirada, / y mi sombra.