No deja de ser curioso que un país, como por ejemplo España, con la movilidad interior bloqueada no ponga impedimentos a la llegada de turismo internacional salvo una PCR negativa. Así que un alemán puede desplazarse a Mallorca, pero un barcelonés no puede, a no ser por razones suficientemente justificadas y, también, además, aportando una PCR negativa. Todo, a mi juicio, un disparate.
La incoherencia es tan manifiesta que ha llamado la atención de las instancias de la UE y, por supuesto, de la opinión pública. La Comisión Europea advirtió hace unos días que los riesgos asociados al coronavirus son similares “ya sean los viajes domésticos o transfronterizos”. Como acostumbra a suceder con las autoridades españolas, tras aportar diferentes versiones, no han dado una explicación convincente. Yo digo que ni falta que hace, no la hay.
Es un día cargado de grises, como de costumbre noticias sobre marrullerías y virus se encargan de ello. Suerte que nos convencen de que hemos nacido con fuerza suficiente para transformar casi todo. A veces me lo trago, otras soy escéptico.
Quería escribir simplemente esto, que siento surgir palabras mientras deslizo el lápiz que no poseía antes.
Hay en escribir algo abstracto. No hay nada en la cuartilla (en blanco) y de repente juntas letras y la colmas de vocablos; poco a poco completas frases que tienen el propósito de revelar algo. Sé que hay veces que ese ánimo se puede quedar corto.
Se deja caer un día gris, de esos que el cielo y el mar se amalgaman; o hasta incluso hilvanar con puntadas de aguja enhebrada con hilo de plomo.
Lo alivia el temperamento de las olas con sed de morir lentas, una tras otra, en la concavidad trazada en los adentros de la bahía.
Hoy son lamentos minúsculos, casi imperceptibles los que acuden a la cita.
De súbito, durante mi andar, una bandada de moritos comunes resalta, con una...
Saber venderse echando mano del autobombo en las redes sociales se ha convertido en un modelo para muchos. En la condición sin la cual no subsistirán en ellas.
Ese autobombo también se ha transformado casi en un requisito en cualquier profesión para poder prosperar, incluso en aquellas que hasta no hace tanto se beneficiaban de lo contrario, de mantener discreción o perfil bajo como se dice ahora. Es el caso de los escritores quienes en su mayoría, y sobre todo en los noveles, concluyen que tener unas redes sociales amplias en su base (followers) es casi una obligación si se pretende llegar a ser alguien en el...
Es un domingo cualquiera por la tarde. Se me hace semejante a otros del almanaque por la labor del viento, excepto por la flor dulce del almendro. Incluso puede ser que su nombre me resulte más incómodo que otros de la semana por estar cimentado sobre lo que está por lidiar.
Pero en este rincón del calendario, justo cuando el tiempo del primer mes del año se agota para cambiar de nombre, la luz, aunque todavía taciturna, ya se arregla y alarga mientras espolea el ánimo para que suceda raudo. En estas adivino que el silencio quiere envolver la tarde con sus alas. Y es que apenas brota una música ciega que percibe el alma. Entonces me pongo de espaladas a las horas, someto el rostro al viento, al rumor de la casa y a la incertidumbre, lo único cierto que aguarda.
[Se daba aquel invierno en un lugar remoto, desconocido para él.]
Por lo que confiesan algunos anales que dan relato a la zona, la alquería parecía brotar sin remedio en la planicie próspera. Plantaciones de olivos se avenían a disimularla. Pese al esfuerzo del boscaje su contorno resultaba denso por la fuerza de la blancura de sus muros encalados que la llevaban a destacar entre los árboles. Por tanto era como si brillara a la vista de cualquiera en medio de la plantada de olivos.
Dotada de gruesas paredes blancas, sobrias y revenidas, que mostraban sin pudor alguna que otra mancha de humedad y trazas de regueros verticales escritos por la lluvia, provista de cubierta a un ...
Mientras residí en la ciudad de Barcelona desde otoño de 2019, a principios de verano del año 2020, conocí a una mujer que decía llamarse Sombra. Deduje que era de familia acaudalada venida a menos por una serie de motivos que ahora no vienen al caso.
Coincidimos por primera vez en una pequeña librería de estilo vintage de la calle Verdi del barrio de Gracia donde, por casualidad, ambos andábamos buscando el mismo libro. Azar o no, es solo la casualidad la que explica la sincronía.
A partir de entonces nos vimos más veces hasta llegar a ser algo así como inseparables siempre ...
Metamorfosis: En biología transformación importante que experimentan ciertos animales durante su desarrollo, y que se manifiesta en la variación de forma del cuerpo, de las funciones y del modo de vida.
Una de la metamorfosis más conocida de la naturaleza por compleja y completa es la de la mariposa, que evita al insecto en diferentes etapas de la vida —huevo, oruga, crisálida y adulto— competir por la comida.
Existe un estudio de Ten Brink y Andrè, M. de Roos Ulf Dieckmann que reconoce que ...
Flores silvestres por doquier, señoras alegres y del viento. Cortejo sin pausa. Alegre. Rondas ocultas. Pasos alados. Pies desnudos.
Contornea mi pensamiento. Se eleva la palabra hasta el canto de un ave. Marcas el sueño. Y la flor que al lado del camino se estremece. Porque ya no soy solo algo, sino simplemente humano.
Sus colores son puros como lo son las lágrimas de mis ojos y el color de los tuyos que me seco en cada instante. Así humedezco con celo y con esmero algo de su esencia y de ...
Anoto. No tengo la seguridad desde donde, acaso de mí sentimiento. Tal es el silencio y la corrección de la casa que me desconcierta. Bueno, sí que lo sé. Quizá se debe a que no me lo quiera creer. La ocasión se da desde la misma penumbra del porche. Soy cierto.
Sucede que la mañana se deja tranquila; casi desierta, si no fuera por el séquito de unas nubes bajas que cubren un cielo engalanado de festivo por la Mercè. Tú, Sombra, reinas en silencio sobre el suelo. Casi te marchas como consecuencia de la escasez de ...
¿Somos tan modernos? Me genera cierta duda la pregunta, pero puede ser. No lo descarto. Incluso me atrevo a afirmar que sí. ¿Por qué? Pues porque voy andando de manera cívica y emitiendo cero emisiones que puedan afectar a la tan perjudicada capa de ozono y a la calidad del aire de la «ville de Barcelona» como un sufrido peatón más y, se me cruzan, por delante y por detrás; me rebasan, por izquierda y de derecha; y apremian, conductores de toda suerte de juguetes (así lo describe la RAE), otrora de niños y ahora de adultos, actualizados con todo tipo de nuevas tecnologías y construidos con materiales exóticos para convertirlos en suficientemente ligeros para justificar el precio que se paga por ellos y la movilidad por la ciudad en este caso.
Pero bien es conocido que las personas «mayores» tenemos un poco de niños aunque no juguemos como estos y tampoco nos distraigamos de la misma manera ni con las mismas cosas,
He venido dispuesto a no escuchar nada, si acaso el rumor del silencio. Y mientras el sol alza en su meridiano la melodía brillante, un baño de luz se extiende a la manera que lo hace un mantra sobre el olivar vecino y la tierra calcárea.
Una bandada de aves aletea el cielo. Viene hacia mí ese ruido sordo construido a golpe de pluma, pico y ala. Invade ahora mismo los puntos cardinales del sosiego.
Hoy es domingo (es miércoles, da lo mismo, es lo que tiene escribir sobre notas, sobre apuntes para después coser), una suerte de puerta que cierra las tapas de una semana gastada que se amontona sobre otras ya desterradas porque sucedieron; y que me abrirán, una a una, quizá, con generosidad, las páginas del porvenir bautizadas con nombres de “día” tan insistentes como exhaustos. A lo mejor más próximos para mi imaginario por no haber llegado, porque transparentan en todo caso la esperanza casi ...
(Me llego a las arenas del St. Pauli. Es fácil distinguirlo, ondea alta una bandera pirata. Más allá el mar azul y en calma.)
Sankt Pauli aparte de ser también un equipo de futbol, es el barrio más famoso de Hamburgo, y uno de los más celebres de Alemania, y dicen que uno de los míticos del planeta. Pero la estupenda mala fama ya no lo define. Y también su nombre obedece a un chiringuito de playa de la costa dorada.
Pero el mito está ahí: sobre todo barrio portuario de farolillo rojo, ahora ocupado por tipos jóvenes y emprendedores en busca de suelo barato para establecerse.
ST. Pauli también es futbol. Quizá más que eso: una manera de entender la vida. Su (sic)
Hay seres que lo presienten: vivimos en un tiempo convulso, de cambios impredecibles, casi de diluvio universal o mejor, de plagas.
En mi opinión hay síntomas que lo evidencian: la crisis energética, la económica, la social, la sanitaria, la de valores, la de referentes, las guerras de todo tipo (armadas, comerciales, técnicas…) y el desempleo imparable y creciente como consecuencia y resultado de toda esta amalgama.
La democracia, las elecciones, el voto, se convierten en un arma terrible aparentemente en manos del «pueblo» llano y débil de siempre pero no es así. Los (sic)